En un espectáculo digno de una tragicomedia, la Nueva EPS ha revelado que tiene acumuladas nada menos que 12 millones de facturas sin procesar, sumando una deuda astronómica de 4,3 billones de pesos. Mientras los directivos jugaban al avestruz, las cuentas se apilaban y los pacientes seguían esperando por una atención que nunca llegó.
El agente interventor, Bernardo Camacho Rodríguez, señala que esta montaña de facturas es resultado de una política de pagos basada en promedios históricos y no en servicios reales, además de sistemas tecnológicos obsoletos que parecen más reliquias de museo que herramientas de gestión.
Es indignante que, mientras los ciudadanos luchan por acceder a servicios de salud dignos, las administraciones anteriores de la EPS se dedicaban a perfeccionar el arte de la incompetencia. La Superintendencia de Salud, que intervino hace un año, parece haber estado más interesada en mirar hacia otro lado que en resolver el caos.
Los colombianos merecen algo mejor que esta burla institucionalizada. Es hora de que las autoridades dejen de jugar con la salud del pueblo y tomen medidas drásticas contra quienes han convertido el sistema de salud en su feudo personal. Basta de excusas; exigimos soluciones reales y responsables que pongan fin a este despropósito.