El show de la politiquería barata sigue dando de qué hablar en Santander. Esta vez, el protagonista es el alcalde de San Gil, quien ha sido sancionado por incumplir un fallo judicial relacionado con las viviendas de El Vergel. ¿La razón? No cumplir lo que prometió. ¿La sorpresa? Ninguna, porque ya estamos acostumbrados a que los políticos prometan castillos y entreguen ruinas.
Decenas de familias siguen esperando el techo digno que les vendieron en discursos de campaña, pero en lugar de casas, lo único que han recibido son excusas y largas. Mientras tanto, el alcalde, con su sanción bajo el brazo, seguramente dirá que todo es un “malentendido” o que “las cosas no son tan fáciles como parecen”. Fácil fue pedir votos con la promesa de viviendas que nunca llegaron.
El Vergel se ha convertido en el símbolo del abandono estatal y la burla a los ciudadanos. Un fallo judicial le ordenaba al alcalde actuar, pero parece que su prioridad estaba en cualquier cosa menos en garantizar el derecho a la vivienda de su gente. Ahora, la sanción le cae como un baldado de agua fría… aunque sabemos que para muchos políticos, eso es solo un trámite más.
La gran pregunta es: ¿qué pasará ahora? ¿Habrá soluciones reales o solo más sanciones simbólicas que no cambian nada? Porque si de algo estamos seguros es que las familias de El Vergel no pueden seguir viviendo de promesas rotas mientras los de arriba siguen jugando con sus esperanzas.
