En Bucaramanga, los peatones se han convertido en verdaderos atletas olímpicos, sorteando obstáculos y desafiando la muerte en cada cruce. Mientras las autoridades locales se sumergen en interminables comités y promesas vacías, los ciudadanos deben enfrentarse a pasos peatonales desvanecidos, semáforos inoperantes y andenes invadidos por motocicletas y vendedores ambulantes.
Las cifras no mienten: en lo que va del año, 12 peatones han perdido la vida en las calles de Bucaramanga, representando casi la mitad de las muertes por accidentes viales en la ciudad. En enero de 2025, se registró un aumento del 350% en muertes de peatones en Santander en comparación con el mismo mes del año anterior. Pero, claro, las autoridades prefieren invertir en contratos millonarios para pintar pasos peatonales que se borran con la primera lluvia, como el de $3.345 millones que aún no ha sido liquidado.
La comunidad clama por soluciones reales: reductores de velocidad, semáforos funcionales y andenes transitables. Sin embargo, las respuestas oficiales son siempre las mismas: «estamos en proceso», «se están evaluando opciones», «pronto habrá mejoras». Mientras tanto, los peatones deben seguir jugando a la ruleta rusa cada vez que intentan cruzar una calle.
Es hora de que las autoridades dejen de lado las excusas y actúen con responsabilidad. La vida de los ciudadanos no puede depender de promesas incumplidas ni de proyectos mal ejecutados. Bucaramanga merece una infraestructura vial que priorice la seguridad de todos, especialmente de quienes caminan por sus calles.