En un teatro digno de comedia política, el alcalde Óscar Santos, de Piedecuesta, podría ver caer su mandato luego de que la demanda por doble militancia llegara al despacho de la magistrada Gloria María Gómez Montoya, en la Sección Quinta del Consejo de Estado. Lo chistoso del asunto: mientras Santos se pavonea diciendo que seguirá hasta 2027 si Dios y los tribunales lo permiten, lo curioso es que la prueba principal son selfies suyas con candidatos de otros partidos. ¡El selfie, arma secreta del golpe institucional!
El Tribunal Administrativo de Santander, en enero pasado, ya había declarado la nulidad de su elección, argumentando que respaldó a aspirantes del Aico, Centro Democrático, Nuevo Liberalismo y hasta de su archienemigo imaginario, “Piedecuesta Libre”, a pesar de que contaba con lista liberal propia. Pero esto no basta: Santos y sus abogados —presumiblemente exmagistrados de zapato suelto— han montado una ceremonia de dilaciones jurídicas y recursos fastidiosos, con el objetivo de agotar los tiempos procesales y quedarse «legalmente» en el cargo.
Se supone que la acción de nulidad debía proceder como una vacuna contra corruptelas partidistas. En cambio, se ha convertido en una telenovela judicial donde el argumento estrella es: “Pero yo solo estaba apoyando”; y la defensa reclama que no hay “pruebas concluyentes”. Claro, porque la foto en campaña con camisetas ajenas no garantiza nada… salvo que el mensaje, el bolsillo y la brújula prestada se alinearon con aliados ajenos.
Por supuesto, los ciudadanos —que cada día ven cómo la política se convierte en un escenario de pláticas interminables y selfies coordinados— ya están cansados. Mientras tanto, los medios y las élites políticas siguen entretenidos con este sainete, fingiendo que defender a un rival con más fervor que al propio partido sea una broma inocente. Lo cierto es que, si Santos sale librado, quedará como un nuevo maestro del oportunismo político; si no, será un ejemplo de cuán frágil y de papel está la legitimidad de quienes dicen representarnos.
En fin, la pelota ahora está en la cancha de la magistrada Gómez Montoya. Tras el empate en la votación anterior (2 a 2), ella tiene en sus manos el gran sí o no —¿será firme la doble militancia?— y, por consiguiente, decidirá si Santos continúa su espectáculo hasta 2027 o si despedimos al actor principal de este circo burocrático. Y mientras esperamos ese fallo, los ciudadanos miramos con cansancio y sarcasmo, preguntándonos si la próxima vez no será otro candidato popular el que realice un tour patrocinando a otros justos para mantenerse a flote.